Saludos, viajer@s. La semana pasada tuvimos varias rutas dedicadas a Japón y hoy, el país del sol naciente, nos vuelve a atrapar con los misterios de su historia. Soy una persona a la que le encantan los animales, especialmente los perros y los gatos, por lo que hoy quería dedicar esta ruta a estos últimos y descubrir su conexión con Japón.
¿Por qué siempre tuve la intuición de que los gatos son relevantes en Japón? Por los animes que veía en mi infancia, donde en ocasiones los personajes más sabios o venerables adoptaban la forma de un felino. Pero, ¿estaré en lo cierto? ¿Serán los gatos tan venerados en Japón como en el antiguo Egipto? Vente conmigo a descubrirlo.
Los gatos son una especie viajera, de hecho se introducían en los barcos para evitar que hubiese plagas que se comiesen la mercancía, además de para hacer compañía a los marineros. Por ello, los gatos han conocido todo el ancho mundo, adaptándose como buenos supervivientes a la tierra que les acogía. Los gatos de Japón llegaron desde China, tal y como lo hizo el Ramen pero mucho antes que éste, en el siglo VI, en el período Kofun tardío/Asuka. Estos gatos tenían el honorable propósito de proteger de los ratones las enseñanzas y escrituras sagradas budistas, recogidas en pergaminos.
Pero una vez en tierra firme, le cogieron gusto al país. Los monjes, conscientes de su utilidad, los destinaron a proteger sus granjas y cosechas de los roedores, tal y como hicieron en su día los Egipcios. Poco a poco, el gato fue visto como un protector, una mascota tan especial que solo la nobleza podía permitirse. De hecho, al emperador Ichijō le regalaron un felino cuando cumplió los 13 años.
Siglos más tarde, en el año 1.602, a comienzos del periodo Edo, coincidiendo con la bajada de la población de felinos, se ordenó mediante ley que todos los gatos fuesen liberados para que vagaran libres por ciudades y pueblos ya que, los campos de seda, principal motor económico de la nación, estaba en peligro por la proliferación de los roedores.
Por todo esto, el gato se había ganado ser más que una mascota, ser un símbolo. De hecho, raro es el local chino que visito que no tiene uno de esos gatos de la suerte tan geniales. Esos gatos son el maneki - neko (gato que atrae) y que según los adornos que tenga y la pata que levante, atrae clientes, dinero o suerte. La raza de este gato es el bobtail japonés, subespecie japonesa que data del 1.700.
Este minino apareció en algunas representaciones pictóricas y su origen está basado en multitud de leyendas. La más arraigada cuenta que que un señor feudal se estaba refugiando de una tormenta bajo un árbol, cuando un gato, al verlo, le hizo gestos con la pata para que se adentrara en el templo donde él estaba. El hombre se acercó al felino y poco después cayó un rayo en el árbol donde se encontraba.
En la actualidad, Japón es el país del estrés. Trabajan rápido y demasiadas horas. Igual te parece que en todos los países estamos igual, pero la realidad es que la tasa de suicidios en Japón es altísima. Por eso, muchas empresas tienen gatos para ayudar a relajarse a los trabajadores, ya que se ha demostrado científicamente que el contacto con los felinos reduce la ansiedad y el estrés. Además, allí están muy arraigadas las cafeterías donde puedes tomarte un café rodeado de felinos.
Y hasta aquí la ruta de hoy. No sé cómo lo ves, pero me parece que el gato lleva siglos ayudando a los japoneses. Está muy claro que se ha ganado ser todo un orgullo nacional.
¡Hasta la próxima!
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