Saludos, viajer@s gatunos. Parece mentira, pero el extremismo en el mundo de las mascotas existe. Algunos tienen predilección por los perros y otros por los gatos, con ideas preconcebidas sobre una y otra especie. Uno de los tópicos más arraigados que manejan los amantes de los perros es la supuesta carencia de afecto que muestra el gato por su dueño, pero, ¿es esto cierto? Ya os adelanto que no, pero desarrollemos un poquito la cuestión.
Para alguien poco observador puede parecer que los gatos son seres distantes, meros inquilinos de nuestro hogar, que mantienen una vida paralela. No obstante, desarrollan conductas cuya única finalidad es la de mostrar afecto, aunque son menos perceptibles que en el caso de los cánidos. Esto es así porque el perro lleva conviviendo con el hombre unos 13.000 años más que los felinos, y se les ha obligado en cierta medida a adaptarse al lenguaje humano (a los perros solo les falta hablar).
En los gatos todavía está presente el lado más salvaje de la naturaleza, por lo que nos demuestran su amor con sutiles detalles. A pesar de ser depredadores perfectos, son animales sociables a los que les gusta vivir en comunidad siempre y cuando respeten su espacio.
Aunque no nos demos cuenta, en más de una ocasión el gato buscará sentarse cerca de nosotros. Este gesto es una invitación a compartir el espacio, cosa que jamás harían con alguien que no aceptasen. Por otro lado, también podemos destacar el contacto físico. Un gato solo golpea con la cabeza, frota o lame a aquél que merece su confianza. Asimismo, si un depredador tan perfecto permite que le acaricien todo su cuerpo, es porque confía en nosotros y quiere demostrar su apego.
Igualmente, cuando volvemos de un viaje el gato nos recibe paciente al otro lado de la puerta, esperando con alegría a su compañero de hogar. Mención especial tienen los sonidos que puede emitir un felino, más de veinte vocalizaciones entre maullidos y ronroneos, un mecanismo de comunicación que fuera de la convivencia con el hombre apenas usan.
Por todo lo dicho, son pequeños los detalles que señalan el cariño de un gato, pero a buen entendedor pocas palabras bastan. Puede ser que no seas capaz de entender como señal de afecto que un gato no te clave las uñas ni te muerda, pero la realidad es que los felinos no son seres impasibles, sino que son animales tremendamente comunicativos, solo tenemos que saber interpretar lo que dicen.
¡Hasta la próxima!
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