Saludos viajer@s. A día de hoy a todos nos gusta la fotografía o, por lo menos, tener un recuerdo de una experiencia vivida. El otro día, en la cima de una montaña, a 2.400 metros de altitud, me encontré con gente apelotonada tratando de sacar una instantánea. Me resultó curioso hasta que me pareció molesto, porque la muchedumbre no tenía a bien moverse, lo que perjudicaba al resto de montañistas y lo convirtió en una situación peligrosa.
La eterna cuestión cuando nos hacen una foto es ¿hay que sonreír? Hay gente que parece que lo ensaya y en todas las fotos luce la misma sonrisa. Otros, son más dados a la improvisación y gesticulan una mueca que, en ocasiones, no favorece.
Pero, ¿has visto alguna vez una foto antigua de tus tatarabuelos/bisabuelos? Están serios, ¿verdad? Por norma, no encontrarás ninguna sonrisa en una foto muy antigua. Y esto es así porque, en los orígenes de la fotografía, hacer un daguerrotipo requería un tiempo de exposición de un minuto, aproximadamente. Como entenderás, era muy difícil aguantar una sonrisa idéntica durante tanto tiempo, por lo que era preferible mantener impávido un rictus más serio.
Ahora bien, a todos nos han hecho alguna foto que, por intentar sonreír, parecemos medio tontos. Y justamente esto se pensaba en torno al año 1.700, cuando posar sonriendo se consideraba como señal de falta de modales y de inteligencia.
Se mantenía la creencia de que el gesto serio y profundo decía más sobre la persona, independientemente de si te estaban retratando en un lienzo o si te estaban haciendo una foto. De hecho, seguro que conoces el alboroto que originó "La Gioconda" hace unos años, cuando empezaron a aparecer tesis sobre su sonrisa, ya que se trata de una peculiar singularidad.
Por último, y me pongo más serio con este tema, quería pedirte precaución con los "selfies", pues algo que, en principio es tan inofensivo, ha provocado ya numerosas muertes. Así, que ya sabes, ponte en un lugar seguro y sonríe... o no.
¡Hasta la próxima!



Comentarios
Publicar un comentario